La agenda de Estado: política de la venganza

La operación de Milei contra Mengolini ha dejado en claro que la política del gobierno es la venganza. Para Bifo la segunda venida de un fascismo reconfigurado es también la oportunidad de pensar una segunda venida de un nuevo comunismo. Para seguir pensando el deseo postcapitalista.

Julia Mengolini es una periodista de larga trayectoria ligada ideológicamente al peronismo. Hace relativamente poco insinuó que Milei estaba enamorado de su hermana. El presidente tomó una decisión categórica: vengarse de ella usando todo el arsenal del Estado en trolls y fake para “hacerle morder de su propio veneno”.

 

Se instaló socialmente, mediante campañas de fake news, trolleos en X y videos falsos producidos con inteligencia artificial, que Mengolini tenía relaciones sexuales con su hermano. Milei celebró con más de DIEZ posteos y decenas de reposteos en X el aniquilamiento psicológico de la periodista.

 

Quizás Mengolini es un caso extremo, ya que siempre jugó a “picantearla” contra la ultraderecha liberal, sin medir que estaba jugando con fuego como periodista con el gran leviatán, es decir, el Estado. No obstante, el presidente deja en claro que “no odiamos lo suficiente a los periodistas” y denuncia a quienes generan “imagen negativa” sobre su gobierno. Una práctica tan vieja y conocida que ellos mismos denunciaban en gobiernos como el de Daniel Ortega en Nicaragua o el de Nicolás Maduro en Venezuela.

 

En este sentido, muchos de los nuestros están tratando en vano de pedir piedad, ya que temen ser los próximos en sufrir el hostigamiento y aniquilamiento psicológico que hoy está sufriendo Julia Mengolini. Es en vano porque el gobierno ha dejado en claro que su política es la venganza.

 

El asesor económico de Milei, el chileno Axel Kaiser, dijo que: “Aquí no somos sociedades de amigos, somos sociedades de enemigos, y el minuto en el que los otros tengan el poder suficiente para enviarnos al campo de concentración para liquidarnos físicamente, lo van a hacer”. Una declaración contundente como para entender que es una política de Estado el aniquilamiento de la oposición con métodos modernos.

 

Ante la segunda venida del fascismo: Un nuevo comunismo

 

El filósofo italiano Bifo Berardi en su libro “La Segunda Venida” plantea la sustancial pérdida de racionalidad de nuestra sociedad, que de ese modo disuelve el pensamiento crítico y genera una deriva social hacia el odio, la humillación y la venganza, que termina traduciéndose en debilitamiento del sistema democrático y una salida hacia el fascismo.

 

El gran componente del fascismo fue la venganza a quienes ellos consideraban como el enemigo. Si bien es bastante pesimista con la actualidad, para Bifo la segunda venida de un fascismo reconfigurado es también la oportunidad de pensar una segunda venida de un nuevo comunismo.

 

Pensar en que un Estado bajo un gobierno elegido democráticamente puede hacer literalmente lo que quiera nos lleva a pensar en que la falla está en el “contrato social” capitalista, que se ha roto nuevamente y, como tal, ha abierto lugar a eso que Gramsci llamó “los monstruos”.

 

Esto explica que hagan allanamiento a un hombre en Berazategui por insultar al presidente y le requisen libros del Che Guevara. O bien que una militante de La Cámpora esté presa por poner un pasacalle y arrojar excremento contra la casa de José Luis Espert, el conocido diputado mileiista que pide “cárcel o bala” para la oposición.

 

Volvemos a la retórica de Axel Kaiser: somos sociedades de enemigos. El problema es que nosotros, como colectivo de clase, no hemos podido asumir a ese enemigo. Cuando ellos hablan de enemigo, están hablando de la clase trabajadora en su totalidad; siguen la retórica de la lucha de clases, pero en el bando de la burguesía. El problema es el que plantea Berardi: al perderse todo pensamiento crítico, el enemigo burgués logra confundirnos y hacernos asumir su enemigo como nuestro enemigo.

 

Al odio, las humillaciones y la sed de venganza de la nueva derecha debemos enfrentarlos imaginando alternativas. En este sentido, Mark Fisher hablaba del deseo postcapitalista, el deseo comunista.

 

Si volvemos al caso de Mengolini y los diferentes sujetos que son humillados por el peso del Estado, debemos mencionar que Milei se jacta de odiar a ese “gran leviatán”, pero luego utiliza todo su peso para exterminar a la oposición, salvar su imagen frente a las múltiples denuncias que acumula o, peor aún, hacer negocios como si de una empresa se tratase.

 

Todo ciudadano que lo apoyó creyendo que era distinto y anteponiéndolo como contradicción secundaria a la contradicción principal, es decir, la casta política ilustrada en el peronismo, hoy tiene que asumir que es otro más de esa casta. Pero la mayor dificultad quizás está en nosotros, en la izquierda, que no logramos proponer el deseo comunista. Para seguir pensando.