Elecciones en Alemania:
la ultraderecha quedó segunda

El conservadurismo ganó con poco crecimiento, mientras que la ultraderecha AfD quedo en segundo lugar. El SPD perdió el gobierno y cayo al tercer lugar. La izquierda gana en Berlín duplicando su resultado anterior.

Este domingo se llevaron a cabo las elecciones en la República Federal de Alemania, con resultados que hasta hace unos meses eran inesperados. Tanto la ultraderecha como la izquierda duplicaron su caudal de votos, el oficialismo se desplomó fuertemente y la disidencia de izquierda populista queda a menos de 0,03% de entrar al parlamento.

 

Los resultados oficiales de la elección por partido son los siguientes:

Lo primero que se puede analizar de estos números es su comparativa con el año anterior. En cuanto a la coalición conservadora Christlich Demokratische Union/Christlich-Soziale Union (CDU/CSU) se puede ver que, si bien hubo un crecimiento generalizado, —lógico, pues es la oposición histórica de un oficialismo derrotado— este es de apenas 4,4%, dejándolos en su segunda peor elección histórica. Hay que tener en cuenta que es la coalición que llevó al gobierno a Angela Merkel, siendo este su segundo peor resultado histórico y lejos de los 40 puntos porcentuales que supo tener.

 

Con Alternative für Deutschland (AfD) el avance es notable: creció en todo el país y prácticamente duplicó sus votos. Retiene y lidera su histórico sector geográfico —la ex república democrática alemana (RDA)— y se expande al resto del país, quedando segundos en casi la totalidad de los distritos del país. Estimaciones de encuestadoras afirman que si bien muchos de estos nuevos votantes provienen del conservadurismo o el oficialismo, una parte muy importante es gente que no votó en la elección anterior.

 

El Sozialdemokratische Partei Deutschlands (SPD) tuvo un desempeño desastroso, pasando de un 25% de los votos a 16%. Este es el peor resultado en 138 años, cuando el partido recién cumplía 10 años de existencia. Es el que más puntos porcentuales perdió y los pocos distritos que retuvo lo hizo con un márgen sumamente estrecho.

 

Grüne es el partido verde alemán, también parte del oficialismo y otro de los grandes perjudicados de esta elección. Se atribuye más que nada al apoyo que brindó a Ucrania en la guerra ruso-ucraniana, que iba en contra del pacifismo que promulgaban muchos de sus votantes.

 

La mayor sorpresa —y la más placentera, por qué no decirlo— en la elección fue sin duda el caso de Die Linke. El partido de izquierda venía de unos años muy malos, en los que ni siquiera pasó el piso electoral en 2021 —de todas formas lograron ingresar por un muy escaso márgen gracias a un mecanismo propio de su sistema electoral mixto—, ya que se quedaron en 4,9%. Mostró durante todas las encuestas un desempeño que ni siquiera se acercaba al piso electoral, pero en el último mes tuvo un crecimiento enorme que lo llevó a casi duplicar su resultado anterior. Una parte muy importante de este crecimiento está relacionado a que logró tener un buen piso electoral en Alemania Occidental, cosa que históricamente se le dificultó.

 

En cuanto a los que no pasaron el piso, Bündnis Sahra Wagenknecht (BSW) quedó a 0,03% de entrar en el parlamento, pero no superó el piso. Se le atribuye sobre todo a no haber crecido fuera de Alemania Oriental y al miedo a «tirar el voto a la basura», ya que el partido medía muy sobre el piso electoral y muchos electores declararon que tenían miedo de apostar por un candidato que no pueda entrar. En cuanto al otro partido es más sencillo de explicar, pues el Freie Demokratische Partei (FDP) fue parte del gobierno y ya en ese momento no tenía una gran representación, lo que lo enterró y lo lleva a ya su segundo año fuera del parlamento.

| Perfiles

Viendo esto podemos ya llegar a diversas conclusiones:

 

La primera es una clara radicalización del electorado. Si sumamos AfD, Die Linke y BSW, podemos ver que el 33,8% de los votos fueron a fuerzas alejadas del centro político. Esto representa un aumento de más del doble, ya que en 2021 las fuerzas de extrema izquierda y extrema derecha sumaban un 15%.

 

Si vamos a los votantes jóvenes, se ve la expresión más clara de esto. Entre los votantes del rango etario 18-24 encabeza Die Linke con 25% y sigue AfD con un 21%. Sumando el 6% de BSW nos da un total de 52% de jóvenes que apostaron a fuerzas radicalizadas. Esta estadística muestra además, que este rango etario votó en un 31% a fuerzas de izquierda, que combate el ya agotado discurso de que «la juventud se volvió de derecha», cambiándolo por un más adecuado —y honestamente esperanzador— «la juventud se está radicalizando».

 

El mayor apoyo a AfD está en los rangos 25-34 y 35-44, y ya los más mayores se decantan en su inmensa mayoría por los dos partidos tradicionales CDU/CSU y SPD.

 

La radicalización se ve en las encuestas, esta fue una gran repartija de los votantes del centro hacia los extremos, siendo los casos más notorios el paso de CDU/CSU a Afd y el de Grüne a Die Linke.

| Distribución geográfica como factor

Algo llamativo es que las fuerzas radicalizadas provienen de las provincias de la ex-RDA. Esto se debe tanto a que no tienen interiorizada la tradición bipartidista SPD-CDU/CSU como que la transición los ha llevado a tener una situación económica más delicada que otras regiones del país.

 

Y resalto lo llamativo porque este año pudo romperse eso. Como se explicó anteriormente, tanto AfD como Die Linke consiguieron pisos electorales sólidos en Alemania Occidental, cosa que les costaba a ambos desde hacía años.

 

Es llamativo el crecimiento de Die Linke sobre todo en las ciudades grandes, cosa que el partido atribuye a su fuerte construcción en universidades y el entorno académico —están directamente ligados a la Fundación Rosa Luxemburgo—.

 

El caso más notorio de esto último fue Berlín, donde el electorado de Grüne se decantó masivamente por Die Linke dándoles la mayoría en Berlín Este y la victoria en este distrito, una histórica victoria para un partido que parecía caído en desgracia.

 

Esto sin embargo es hablando de pisos, ya que ambos consiguieron la mayoría de sus votos en Alemania Oriental. Se puede ver bien en el caso de BSW, que por su menor flujo de votantes prácticamente solo está presente en la ex-RDA.

| Las dos ramas de la izquierda alemana

Como describimos ya a lo largo de la nota, este año tuvo la particularidad de tener dos opciones competitivas de extrema izquierda: Die Linke y BSW. Lo llamamos particularidad ya que este último fue fundado en el año 2024 como una escisión del primero.

 

Die Linke (La Izquierda, en Alemán) fue fundado en el año 2007 con la unión del Partei des Demokratischen Sozialismus (PDS) —heredero del Sozialistische Einheitspartei Deutschlands (SED) que dirigió la RDA durante su existencia— y Arbeit & soziale Gerechtigkeit-Die Wahlalternative (WASG) —una escisión del SPD debido al giro neoliberal que estaba tomando el partido—. Esta unión entre un partido proveniente del marxismo leninismo soviético y otro con fracciones que iban desde el trotskismo hasta la socialdemocracia sindicalista es la que dio origen al partido.

 

En la actualidad, son un partido con varias tendencias entre la centro-izquierda y la extrema izquierda. Este centro progresista es el que lo ha llevado a decisiones cuestionables como brindar apoyo a Israel en el conflicto de Oriente Medio, abogando por una solución de dos estados. También se ha criticado su decisión de permanecer en la Unión Europea, aunque es cierto que dentro de ella intentan promulgar medidas para alejar a esta del neoliberalismo.

 

En cuanto a BSW (Alianza Sahra Wagenknecht en alemán), surge como un desprendimiento de Die Linke en 2023 y se oficializa como partido en 2024. Su principal argumento fue que Die Linke se estaba centrando en cuestiones sociales dejando de lado la cuestión de clase, haciendo que el descontento termine siendo cooptado por el fascismo. Se vió en las elecciones europeas de 2024, cuando BSW sacó más del doble de votos que Die Linke.

 

Este año el partido tuvo un inicio flojo, no habiendo superado el piso electoral y siendo superado ampliamente por el partido al que acusaban de alejar a la gente de la izquierda. De todas formas BSW tuvo un buen resultado en Alemania Oriental, pero no el suficiente como para superar el piso.

 

El partido ha recibido duras críticas por sus posicionamientos, sobre todo gracias a sus aspectos conservadores, los cuales hereda de ser haber sido el ala más dura y reivindicadora de la RDA de Die Linke. Esto se ve en su posicionamiento sobre la inmigración, argumentando que las fronteras abiertas son una política neoliberal derechista para conseguir mano de obra barata, y que esta termina perjudicando a la totalidad del pueblo. En cuanto a la cuestión de género, el partido juega con la ambigüedad de decir que ni siquiera se interesa en el tema, a pesar de que ha avanzado en medidas como prohibir el uso del lenguaje inclusivo u oponerse a la desregulación del cambio de género, por considerarlo «algo que solo beneficia a las empresas farmacéuticas».

| Conformación del nuevo gobierno

La distribución en el parlamento sería la siguiente:

Siendo que se necesitan 315 diputados para formar gobierno, es probable que CDU/CSU le ofrezca al SPD formar una coalición. Esto aunque en un principio suena extraño —son histórica oposición—, es algo que ambos partidos manifestaron como posible, ya que afirmaron preferir un gobierno de centro con elementos contradictorios que uno en el que se cedan espacios de gobierno a sectores radicalizados.

 

AfD insiste en aliarse con CDU/CSU, mas este último se ha negado reiteradas veces por no querer caer todavía en una alianza con la ultraderecha —no por pudor obviamente, sino que puede marcarlos muy negativamente a futuro—.

| Conclusiones

A pesar de que como militantes de izquierda festejamos la inesperada recuperación de Die Linke y la casi entrada de BSW al congreso, la ultraderecha sacó más del 20% de los votos.

 

Una de las ideas principales con las que a título personal me quedo es la de que la juventud se radicalizó. Más a la izquierda en Alemania, más a la derecha en Argentina, pero es un clima general de radicalización por los constantes fallos de los partidos de centro. Pudimos ver en este caso como un voto bronca que hace 10 años le daría una supermayoría a la centroderecha hoy se reparte entre fuerzas radicalizadas.

 

Esperemos que continúe el crecimiento de una vía por izquierda en la política, una respuesta socialista.