El Chubutazo de 2021 protagonizado por el pueblo decidido a proteger los bienes comunes fue una lección de organización por abajo que quedará en la historia Argentina. Tanta es la potencia popular, que los poderes estatales al sentir su amenaza, arremeten contra quienes protestan con toda impunidad. La Fiscal Florencia Gomez arma causas contra militantes, en un proceso lleno de irregularidades. La jueza Ponce sentencia compañeros, sin pruebas.
Tras el Chubutazo, 8 vecinos fueron judicializados y criminalizados por el estado provincial. Se les imputó incendios, hurto, daños agravados y se les solicitó penas de cárcel por asistir a las manifestaciones. Estos intentos por amedrentar a quienes protestan se llevan puestas las vidas de nuestros compañeros perseguidos. En horas previas a la sentencia, Lautaro se quitó la vida. Para completar el cuadro, la audiencia no se suspendió, a pesar del dolor, y lo absolvieron.
El intento de disciplinamiento que busca la criminalización se da en un contexto en el que el Gobierno busca avanzar con la explotación de recursos. La Red de Organizaciones por los Derechos Humanos de Chubut señala la responsabilidad del poder político, el poder judicial y los medios de comunicación.
Unos días atrás, en este mismo medio escribimos una nota en la que mencionamos que dos trabajadores de la salud decidieron terminar con sus vidas el año pasado ante la inminente pérdida del trabajo por los despidos en el sector público y las asfixiantes condiciones laborales. En Mendoza, el gobierno de Cornejo metió preso a un compañero con una condición de salud y corrió riesgo de amputación de una de sus extremidades. La violencia del Estado se manifiesta en tantas formas, las conocemos, no son nuevas, pero empuja al abismo cada vez más.
El escarnio público al que son sometidas las personas que enfrentan la criminalización por parte del Estado trae consecuencias sociales, laborales y políticas en nuestras vidas. Precarizan nuestras existencias y nos castigan por defendernos. No nos acostumbremos. Frente a la propuesta de muerte que nos ofrecen, de paredón, de cárcel, de hambre, de indiferencia frente al dolor, debemos prefigurar la salida de lo siniestro. Primero, no aceptar la normalidad que nos proponen para después salir del asombro y la quietud. Como los compañeros del Chubutazo, que no aceptaron la zonificación y se movieron hasta torcerle el brazo a Arcioni. El Estado los empujó al abismo y lo coparon.