El 16 de Junio de 1955 se produce el mayor atentado terrorista de la Historia Argentina. Un sector de las Fuerzas Armadas intentó derrocar al Pte. Juan Domingo Perón bombardeando la Plaza de Mayo y asesinando a cientos de personas. Un hecho sin precedentes en la Historia Mundial.
* por Pablo Borda .
Ese día numerosas aeronaves debían realizar un desfile aereo para desagraviar a la bandera nacional tras los incidentes ocurridos en el marco del conflicto con la Iglesia Católica, entre los cuales se había destacado la quema de una bandera nacional. Las escuadras de aviones golpistas llegaron a la Ciudad de Buenos Aires con la pantalla que ofrecía el desfile aereo en medio de un clima de absoluta normalidad. Ese día decenas de miles de personas circulaban por el centro de manera rutinaria. El ataque fue a traición.
El bombardeo inició sorpresivamente después de las 12 del mediodía. El objetivo era asesinar al Presidente bombardeando la Casa Rosada y sus alrededores, mientras que una fuerza terrestre de infantes de marina apoyada por milicianos antiperonistas avanzaría tomando posiciones. Las aeronaves golpistas llevaban la inscripción “Cristo Vence” para identificar su posicion en favor de la Iglesia Católica frente a lo que consideraban una tiranía impía. Los golpistas contaban con apoyo de sectores civiles, entre ellos dirigentes de la Unión Cívica Radical.
Perón se refugió en el Ministerio de Guerra para dirigir la defensa junto a la oficialidad leal. La CGT movilizó a sus militantes que se sumaron a los combates siendo muchos de ellos masacrados por las naves que atacaron puntualmente el edificio de la CGT y las columnas obreras. Decenas de aviones bombardearon durante horas el corazón de la capital argentina lanzando sus bombas sobre militares y civiles mientras se producían combates en tierra. Cientos de civiles que estaban realizando sus tareas diarias fueron brutalmente asesinados o mutilados.
El ataque dejó un saldo de más de 300 muertos y cerca de 700 heridos. Muchas víctimas quedaron sin identificar porque sus cadáveres estaban terriblemente mutilados o carbonizados por la munición utilizada por los insurrectos. Fue un ataque aleccionador contra la sociedad entera. Al final del día las tropas leales se impusieron, los rebeldes en tierra se rindieron al mismo tiempo que sus líderes huían en avión a Uruguay. La escalada de conflictos entre peronistas y antiperonistas llegaba a un punto sin retorno por la brutalidad empleada por estos últimos.
El bombardeo era el preludio de la autodenominada “Revolución Libertadora”, el golpe que derrocó finalmente a Perón y instalando una sangrienta dictadura. La impunidad de la que gozaron los responsables de este crimen representa un importante antecedente del terrorismo de estado.