Javier Milei volvió a elogiar a Margaret Thatcher en una entrevista con la BBC. La ex primera ministra gobernó el Reino Unido durante la Guerra de Malvinas y ordenó el hundimiento fuera del área de exclusión del crucero General Belgrano. Producto de este ataque, en su naufragio murieron 323 personas a bordo. “Ella fue brillante”, dijo el Presidente. 

La dama de hierro gobernó Inglaterra y condujo la guerra de Malvinas con Argentina, durante la década del 80. Pero lo que provoca la admiración de nuestro flamante Presidente son las políticas de ajuste que aplicó la ministra británica durante su gestión. Thatcher popularizó el acrónimo TINA (There Is No Alternative) que se traduce como No Hay Alternativa, para naturalizar el libre mercado y la fase neoliberal del capitalismo. Según Thatcher, ambos son necesarios e indiscutibles. 

El Consenso de Washington ideado por el economista británico John Williamson, en línea con los organismos financieros internacionales, proclamó en 1989 la era de la ‘globalización’, esto es: la reducción del Estado y la eliminación de todas las protecciones estatales para el comercio internacional de bienes y capital, o sea, el libre mercado. Le ordenaba a los gobiernos, especialmente a los del sur, aceptar la apertura irrestricta de sus fronteras. TINA era la advertencia imperialista de que cualquier gobierno que no se alineara sería castigado por el mercado mundial y por las instituciones interestatales. 

A partir de los 70 las instituciones de la economía global como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) tomaron un papel central. En particular, el FMI condicionó fuertemente a los países del sur global que debían priorizar los pagos de la deuda externa y para ello reducir los servicios sociales.

El economista Bertrand Rothé junto al escritor y cineasta Gérard Mordillat analizan en sus producciones los efectos de estas políticas económicas sobre la sociedad. “No hay alternativa al capitalismo, al mercado, a la globalización, a la desregulación financiera, a los salarios en niveles controlados, a la deslocalización industrial, a la disminución de las protecciones sociales, etc. Esta ideología va a infestar a las sociedades occidentales, provocando perjuicios a muchos así como ingresos gigantescos a unos pocos.” afirman. De esto se trata el plan económico que se impulsa en Argentina. 

Javier Milei llegó al gobierno con su lema No Hay Plata, que se convirtió hasta en remera, como una reedición de TINA, para convencernos de que no hay alternativa al gran ajuste. “No hay alternativa al ajuste y no hay alternativa al shock” dijo el Presidente en su discurso de asunción. Y agregó que su ajuste fiscal sin gradualismo “impactará de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes” sin problemas. 

Los principales puntos del Consenso de Washington sintetizan muy bien lo que Milei aplica en Argentina:

  • Política fiscal: evitar el déficit en relación con el PBI. 
  • Gasto público: quita de subsidios.  En paralelo se indica aumentar la inversión en educación, atención primaria de salud e infraestructura; todos estos desfinanciados por la política pública de Milei que se posiciona a la derecha del FMI.
  • Reforma tributaria: ampliar la base tributaria.
  • Que el mercado determine sin regulación estatal las tasas de interés.
  • Libre mercado: liberación de las importaciones, quita de licencias, protecciones al comercio interno, etc. Liberalización de las barreras a la inversión extranjera directa, que venga la lluvia de inversiones. Para eso armaron el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI)  
  • Privatización de las empresas estatales. 
  • Desregulación: quita de regulaciones que restrinjan la competencia. Acá la indicación exceptúa las restricciones impuestas por motivos de seguridad, las que protegen el medio ambiente y a los consumidores. 

Sin embargo, el Gobierno de Milei profundiza desprotegiendo el medio ambiente, quitando derechos a los consumidores con sus desregulaciones y poniendo en riesgo la seguridad y la soberanía nacional constantemente. 

El Presidente nos pide esfuerzo y sacrificio. “Este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina” afirmó cuando asumió y le quitó los alimentos a los comedores. “Habrá luz al final del camino” dice Milei mientras quiere eliminar la moratoria que permite a miles de amas de casa jubilarse en reconocimiento por el trabajo de toda una vida. 

Todos estos puntos se ponen en juego tanto en la ley Bases como en el DNU y el Pacto de Mayo. Si no queremos ir hacia la luz necesitamos un plan de lucha para dar de baja el plan de miseria organizada. Es momento de organizar la resistencia. 

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