En la madrugada del 22 de agosto de 1972, la dictadura encabezada por el general Alejandro Agustín Lanusse acribilló a 19 jóvenes presos políticos en la base naval Almirante Zar de Trelew (Chubut). El pretexto fue un supuesto intento de fuga de los presos políticos.
El 22 de agosto de 1972, los presos políticos que se encontraban encarcelados en la cárcel de Rawson intentaron una fuga que tuvo varios desencuentros. 19 de los presos fueron fusilados en la Base Aeronaval Almirante Zar. Solo tres lograron sobrevivir al fusilamiento.
La dictadura militar de Lanusse intentó disfrazar los fusilamientos como un enfrentamiento, lo que se comprobó que era falso gracias a los testimonios de los sobrevivientes. La Masacre de Trelew fue una represalia contra lxs militantes que constituyó el inicio de las prácticas del terrorismo de Estado ejercido sobre una generación de militantes que luchó con su vida por la revolución socialista.
Esta masacre fue un paso previo y una condición de posibilidad para la sangrienta dictadura de 1976. Fue reconocida como crimen de Lesa Humanidad por ser parte de la persecución sistemática y organizada hacia cierto sector de la población en particular. Lxs compañerxs sobrevivientes fueron desaparecidxs durante la última dictadura cívico-eclesiástico-militar.
En la masacre murieron asesinados Rubén Bonet, Jorge Ulla, Humberto Suárez, José Mena, Humberto Toschi, Miguel Polti, Mario Delfino, Carlos Del Rey, Eduardo Capello, Clarisa Lea Place, Ana Villareal de Santucho, Carlos Astudillo, Alfredo Kohon, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas y Susana Lesgart. Sólo sobrevivieron María Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo René Haidar.
“Si algo tenemos que hacer, si para algo sobrevivimos nosotros, es para transmitir todo eso que los otros, por haber muerto, no pueden hacerlo”, decía Haidar a Paco Urondo en una entrevista realizada en la cárcel de Villa Devoto en 1973 para el libro “La Patria Fusilada”. Con el golpe de 1976, Berger, Camps, Haidar y Urondo fueron desaparecidos por la última dictadura cívico militar.
Cuarenta años más tarde, en octubre de 2012, la Justicia federal consideró la masacre como un delito de lesa humanidad y condenó a prisión perpetua a los militares retirados Luis Sosa, Emilio Del Real y Carlos Marandino. Luego la Cámara de Casación Penal anuló las absoluciones que se les habían dado a Rubén Paccagnini y Jorge Bautista. Aún continúa prófugo el teniente de navío (RE) Roberto Bravo, que reside en los Estados Unidos y cuya extradición es denegada por jueces estadounidenses, pese a los reclamos de los organismos de derechos humanos.
Fue una masacre. Trelew, ni olvido ni perdón.