El Gobierno afirma que fueron 100.000 personas pero estimaciones hechas con drones rondan los 300.000. El presidente minimizó la movilización, diciendo que «la calle no dicta las reglas».
Las tensiones comenzaron en noviembre del año anterior, cuando el primero de ese mes se derrumbó la marquesina de una estación de trenes que había sido remodelada en 2022, en la ciudad de Novi Sad. Esto provocó indignación no solo por las 15 víctimas fatales sino porque el derrumbe fue causado por un desvío de fondos y una trama de corrupción alrededor de la obra.
Como respuesta a esto se llevó a cabo una movilización una semana después que terminó en una fuerte represión por parte de la gendarmería serbia. Esto fue condenado y se respondió con una movilización el día 11 de noviembre.
Es destacable el protagonismo del movimiento estudiantil, ya que se votaron tomas en más de 70 facultades —destacable teniendo en cuenta que el país tiene un poco más de 100— que se fueron uniendo a lo largo de un mes. El repudio estudiantil se disparó sobre todo cuando el 22 de noviembre un grupo de choque alineado con el partido gobernante atacó a los estudiantes de la Facultad de Artes Dramáticas de Belgrado.
Al reclamo original de hacer pagar a los responsables, se sumaron los de hacer pública la información financiera del estado, el aumento presupuestario para las universidades, identificar a los integrantes y líderes grupos de choque parapoliciales del gobierno y desprocesar a los detenidos en las movilizaciones
A principios de 2025 la situación parecía relajarse, pues se llevaron a cabo varios piquetes para recordar a las víctimas y exigir justicia sin inconvenientes.
El 10 de enero volvió la tensión, cuando a las clases públicas y cortes de calle decidieron sumarse muchos docentes primarios y secundarios, desconociendo a su burocracia sindical que se negó a involucrarse. Estos incorporaron sus reclamos y llamaron a un piquete de 24 horas en la autopista más importante de Belgrado para el 27 convocando a miles de personas y demostrando que el reclamo seguía en pie.
Esa misma noche en Novi Sad un grupo de choque al que se vio salir del local partidario del gobierno y apaleó a unos militantes que estaban pegando afiches, hiriendo a una jóven militante de gravedad. Esto provocó un repudio masivo que obligó a renunciar al alcalde de la ciudad y al primer ministro, debido a la injustificable procedencia partidaria de los grupos parapoliciales que ni siquiera se molestaron en disimular.
Las tensiones siguieron escalando así como la conciencia y movilización de la gente que culminó ayer en una marcha de 300.000 personas por las calles de Belgrado. Durante la misma, el Gobierno hizo uso de armas sónicas antidisturbios, máquinas capaces de producir frecuencias armónicas con el agua del cuerpo resultando en la sensación de estar quemándose profundamente.
El Gobierno está dirigido por una coalición entre el Partido Progresista Serbio (SNS) —pese a su nombre, de centroderecha populista—, el Partido Socialista de Serbia (SPS) —ex partido socialista devenido en socialdemócrata eurofilo— y partidos minoritarios de ultraderecha nacionalista.
El SNS gobierna el país desde el año 2012 y mantiene a Aleksandar Vučić como presidente desde el año 2017 y tiene una postura internacional mixta con acercamientos tanto a Rusia Unida como a la derecha cristiana de la Unión Europea.
En cuanto a las fuerzas de izquierda real —y no la triste emulación del SPS—, existen unas pocas organizaciones minoritarias que tienen un buen nivel de movilización e inserción estudiantil-sindical. Estos son el Partido de Izquierda Radical (PRL) y los movimientos Iniciativa Roja (Crvena Inicijativa), Iniciativa Anarcosindicalista (ASI), el Movimiento Popular Yugoslavo y la central sindical Sloga.
El Nuevo Partido Comunista de Yugoslavia se opuso a las movilizaciones, porque considera que esta está cooptada por el liberalismo europeo —que en cierta parte es lo que intenta— y es una infiltración occidental. Nosotros en particular creemos que esta posición es más producto de la fuerte rusofilia de este partido que de la lectura de la infiltración, pues Vladimir Putin ve con buenos ojos al presidente actual de Serbia.
Desde Agitación nos solidarizamos con los manifestantes y con los partidos que se movilizan, primero porque es lo justo y necesario en todo lugar y momento y en segundo lugar porque consideramos que es la vía para poder encabezar el movimiento de protesta. El descontento existe y es real, y si hay una infiltración liberal es nuestro deber como comunistas dotar de consciencia de clase al enojo popular y acabar con los elementos demoliberales que intentan cooptarlos para llevarnos a una crisis igual en unos pocos años.