Cornelia Sorabji (1866–1954) fue una figura pionera en la historia del derecho, el feminismo y la literatura india bajo el dominio británico. Fue la primera mujer en graduarse de la Universidad de Bombay y la primera mujer india admitida en la Universidad de Oxford, donde estudió Derecho. Aunque completó sus estudios con honores e intentó ejercer como abogada al regresar a India, la oposición que se encontró en su país, tanto de colegas como de las leyes coloniales, complicaron su oficio. Aun así, trabajó durante décadas como asesora legal para mujeres en situación de reclusión (purdahnashins), brindando asistencia gratuita en más de 500 casos relacionados con herencias, matrimonios forzados, violaciones y otros abusos legales que las mujeres no podían enfrentar por sí solas.
Además de su labor jurídica, Sorajbi también fue una gran benefactora de la niñez en India, apoyando económicamente muchas familias en situaciones vulnerables y tambíen fue autora de ensayos y relatos inspirados en sus experiencias, en los que aborda con lucidez y sensibilidad los problemas femeninos desde la infancia, el fanatismo religioso, las tradiciones y la marginación de las mujeres.
Tras la aprobación legal en 1923 que permitió a las mujeres ejercer la abogacía, abrió su propio bufete en India, pero años después, dado el machismo tan arraigado en el sistema judicial y en la sociedad, decidió retirarse a Inglaterra, donde vivió hasta su muerte. Su legado combina acción legal, escritura comprometida y una firme defensa de los derechos de las mujeres y los sectores más vulnerables, lo que la convierte en una autora clave para comprender las tensiones entre género, justicia y colonialismo en la India del siglo XIX y XX.
Portraits of Some Indian Women
La mayoría de esposas india sufren en silencio y las viudas, dichosas o afligidas, caen en manos del Comité de Recasamiento y son recasadas. Algunas pocas mujeres están comenzando ahora a descubrir que la vida tiene sentido para las mujeres no casadas. Aprenden a ganarse la vida y a bendecir al mundo con trabajo honesto. […] Como médica, maestra, enfermera, o en ocupaciones más humildes. El tiempo en que la nación era servida por feminidades humilladas, ya pasó. Ahora, el lugar de la mujer en la vida nacional será mejor gracias a su propia realización.
Shubala
Shubala tenía diez años cuando ocurrió la tragedia, y seguramente, ustedes también lo llamarían tragedia si hubieran conocido a Shubala tan bien como yo, desde que era una bebita. La tragedia fue el matrimonio que, según su madre, no podía posponerse ni un minuto más […] Pasó un par de años antes de que pudiera verla de nuevo. Había regresado a casa de su madre para la llegada de su primer bebé. En el parto, los gritos de Shubala no fueron los de «una mujer de parto», sino los de una niñita torturada y en evitable agonía, que atravesaron mi afligido corazón […] ¿Qué vamos a hacer todos al respecto?