Hace 104 años, un día como hoy, se declaraba la primera huelga general que inició la Patagonia Rebelde. Fue el 1 de noviembre de 1920 y a partir de allí, ocurrieron tomas de estancias y se radicalizó el conflicto entre peones y patrones propiciado por la FORA la Sociedad Obrera de Río Gallegos.
Unos pocos estancieros se repartían los terrenos en la Patagonia, había terratenientes de la oligarquía argentina y también había estancias en manos de británicos. Tanto locales como extranjeros explotaban a sus trabajadores por igual. Las condiciones de vida y trabajo eran nefastas: les pagaban en “vales” o en pesos chilenos, con lo que perdían dinero del salario porque eran tomados por un valor inferior en los comerciantes locales. Los peones vivían en las estancias, trabajaban de 12 a 16 horas por día. No tenían camas ni abrigo, dormían en maderas y se tapaban con lo poco que tenían en el lugar más frío del país. Por la noche les cerraban las puertas desde afuera para que no se escapen. Cada peón debía pagarle su plato de comida al patrón de la estancia y la comida que les daban era poca.
Frente a esta tiranía los peones patagónicos se rebelaron. Ayer como hoy, el Gobierno nacional ejecutaba las órdenes del imperio y beneficiaba a los que más tienen en detrimento de los trabajadores. La Patagonia guarda en su historia una huella de rebelión. Aguarda. Cuidado, no vaya a ser que llegue el día en que los peones vuelvan a tomar la tierra que trabajan.