Más incertidumbre y menos ingreso de dólares por comercio que el primer semestre de 2024

En el período enero-junio el saldo comercial fue de unos 2.788 millones de dólares, unos 7.920 millones de dólares menos que en el mismo período del año pasado. La diferencia la hizo el aumento de las importaciones, que habían sufrido una fuerte caída en el primer año de gobierno de Milei.

Ya son públicos los datos de la balanza comercial del mes de junio y con este dato ya tenemos un panorama semestral y que —dato no menor— incluye ya una buena parte de las divisas embolsadas por la liquidación de la soja.

 

Comparando los datos semestrales, vemos que el saldo comercial pasó de 10.708 M de dólares a 2.788 millones de dólares, una baja del 74,1% con respecto al mismo período del año anterior. Esta diferencia a favor de la totalidad de lo que va del año es solo un 5% mayor a la entrada de divisas del mes de mayo de 2024. Es decir, en medio año se retuvieron las divisas que hace un año se ganaban en un mes.

 

Una examinación más fina de los datos se puede ver que esto no se debe a una baja en las exportaciones, sino a una suba de las importaciones. Con respecto al mismo período del año anterior, las exportaciones subieron apenas un 4%, mientras que las importaciones tuvieron una suba del 34,6%. Este incremento tan dispar se puede atribuir al tipo de cambio que el gobierno está sosteniendo para la elección de medio término.

 

El tipo de cambio

 

Que el cambio está controlado por el gobierno no es un secreto, los grandes capitalistas agropecuarios ya denunciaron  esto. El reclamo que ellos elevaron fue la necesidad de una devaluación para poder mantener su tasa de ganancia, a lo que el gobierno respondió con la amenaza de fuertes retenciones al campo.

 

Esta manipulación no sólo se deduce, se ve en los hechos. En las últimas semanas el gobierno compró cerca de 500 millones de dólares mediante la emisión de bonos de deuda en pesos con tasas cercanas al 3%, considerablemente superiores a la inflación y demostrando una necesidad urgente de entrada de divisa extranjera para mantener el cambio que de todas formas ya superó el umbral de los 1300 pesos por dólar.

 

Es justamente este tipo de cambio el que causa que se ingrese mucha menos divisa pero se pierda mucha más. Ya que se puede ver que la producción no aumentó significativamente, se deduce que no aumentó la cantidad de bienes comerciados sino que hubo importantes distorsiones en los precios, consecuencia directa de esta medida económica.

 

Siendo que estamos en un contexto de fuerte crecimiento de deuda —sobre todo privada—, esta baja drástica en los ingresos de divisas plantea una situación muy complicada. Hay que tener en cuenta que el gobierno ni siquiera pudo cumplir los requerimientos del FMI, obligando a una futura reestructuración aún más ajustada que la que ya sufre el pueblo argentino.

 

Comparativa y proyección

 

Viendo la difícil situación, es natural querer comparar con años anteriores. El año anterior terminó con una balanza comercial positiva, pero teniendo en cuenta que es fruto de un desplome en las importaciones —a niveles casi iguales que las de 2018—. Más atrás vemos el desastre del gobierno kirchnerista, donde vemos el caso contrario: niveles de importación muy altos —de hecho considerablemente mayores a los de 2025— y muy pocas exportaciones.

 

Podemos ver que la inestabilidad económica es una característica no de un gobierno en particular sino del capitalismo argentino, un país atrasado tecnológicamente con una sinarquía productiva que le impide un desarrollo sostenido.

 

En cuanto a lo que podemos esperar, el saldo comercial del segundo semestre es generalmente inferior al primero, ya que a este lo suele «levantar» la venta de soja entre mayo y junio. En el año pasado el saldo comercial del segundo semestre fue un 23,5% menor al del primero. Si se llega a dar un porcentaje similar, el saldo comercial anual no superaría los 5.000 millones de dólares, siendo menos de la mitad del primer semestre del año anterior.

 

Esto deja en evidencia que pasada la «primavera libertaria» para los empresarios, se vuelve a la inestabilidad y miseria que asola a la Argentina desde hace décadas, la miseria planificada del capitalismo del tercer mundo.