Malxs pibes, malxs padres, malxs docentes

07.11.2025

Niñes armades en las escuelas, Gobiernos que criminalizan a las familias, docentes quemadas, todo esta ensalada es el entorno en el que se desarrolla la educación de nuestres pibes.

NIÑXS CON ARMAS


En Mendoza, una piba de 14 entra armada a la escuela, se atrinchera y dispara unos tiros al aire. La escuela actúa para proteger al resto de los estudiantes. La policía, los funcionarios públicos y los medios se movilizan rápidamente, por aire y por tierra. Montan un gran operativo con helicópteros, patrulleros y micrófonos. Los micrófonos son importantes. Tras horas de negociación la niña cede. Pero la secuencia no termina acá. Con esos micrófonos montan un relato que explica la situación: es un caso de bullying. De esta manera se señalan tres culpables: los otros niños agresores, las familias que maleducan a niños violentos, las docentes carentes de formación para la contención.

 

MALXS PIBES


En esta operación se re-privatiza una forma de violencia -el acoso escolar- que es siempre social y luego de años de insistencia fue sacado del closet de los problemas privados. Se reenvia la responsabilidad al interior de malos individuos. Malas docentes, malos padres, malos niños. En este gesto se exculpa al gobierno y sus políticas: acciones insuficientes e inconducentes en la prevención de las violencias y lo más importante, en la perpetuación de las condiciones materiales que las fagocitan.

 

¿SUFRÍA BULLYING?


La secuencia no es ajena al panorama nacional, se trata de una acción que durante este año se repitió en Córdoba, Santa Fe, Hurlingham y Escobar. En Ciudad de Buenos Aires, un chico de 16 planea un ataque en la escuela, detalla el plan en un cuaderno, lo descubren y lo detienen. Inmediatamente se organizan los discursos: los medios progres lo tildan de neonazi y los medios de derecha montan un espectáculo alrededor de la inseguridad. En el noticiero de TN arman una escenografía para explicar paso por paso su planificación como si estuvieran haciendo un tutorial para schoolshoters. En las redes sociales todos corren a hacer la clásica pregunta: ¿sufría bullying?

AGUAFIESTAS

 

Lo que estalla en la escuela es la incapacidad de los pibes para tolerar la violencia estructural, la pobreza, la soledad. Es como si los niños que nacieron endeudados, en familias cansadas de girar de trabajo en trabajo para juntar sueldos miserables, estuvieran dispuestos a aguar la fiesta de los amigos de Blackrock. Su crisis de salud mental viene a decir que está todo mal. Frente a los malestares de los pibes, sus intentos de suicidio, sus autolesiones, sus anorexias y sus ataques de pánico nos responden que es culpa del bullying, que no tiene nada que ver con la crisis económica en la que nos sumergen gobierno tras gobierno. El acoso escolar sistemático existe, pero su causa no puede ser simplemente que los chicos sean malos. 

 

INSEGURIDAD


En Mendoza, En Mendoza, provincia en la que soy docente, el Gobierno articula la siguiente respuesta: el ejecutivo promueve una ley de multas a los padres de los niños que hagan bullying, una formación sobre bullying para docentes y un protocolo elaborado por las fuerzas especiales de la policía que afirma que se trata de un problema de seguridad e indica qué hacer si alguien entra armado a la escuela. En paralelo, el Gobierno nacional habilita la adquisición de fusiles semiautomáticos a civiles. ¡Por fin seremos Estados Unidos!

 

PUNITIVISMO


Se insiste en abordajes punitivos de las violencias, tanto para los chicos y sus familias como para las trabajadoras. Lxs pibxs necesitan atención, cuidado, compañía, acompañamiento, pero también condiciones de vida dignas que les den alguna certeza. Las familias necesitan herramientas pero también tiempo para criar, descanso para tener paciencia, trabajos con derechos y bien pagos para tener estabilidad.

 

MALAS DOCENTES


Las trabajadoras de la educación -hablo en femenino honorífico porque somos la mayoría mujeres- necesitamos formación. Las trabajadoras del cuidado también necesitamos cuidado. Pero sobre todo necesitamos dejar de ser el muro de contención de la crisis de reproducción social. Nos demandan cada vez más capacidades socioafectivas y nos devuelven maltrato. El Estado intensifica nuestro trabajo y sostiene con nuestra explotación y expoliación una contención que se desgarra, cuya verdad rompe y fuga. No hay parche que pueda tapar esta fisura.