Entre los días 2 al 4 de octubre de 1993, los traidores al mando de Boris Yelstin dieron el último golpe a la URSS. Bombardearon a la Duma (Congreso) en Moscú, con los diputados comunistas adentro. Afuera, el pueblo salió a defender con la vida el socialismo, pero la masacre de los restauradores capitalistas y las FFAA anti patria completaron la traición.
En diciembre de 1991 se firmaba el Tratado de Belovezh que debía poner fin a la URSS. Sólo faltaba que el Parlamento ruso ratificara el Tratado como exigían las leyes soviéticas. Para conseguir sus propósitos e instaurar el capitalismo en Rusia, Boris Yeltsin decidió decretar la disolución del Parlamento, en un acto ilegal a todas luces (declarado ilegal por el Tribunal Constitucional).
El Parlamento comunista reacciona y decide la destitución de Yeltsin (algo legal). Es así que se producía un enfrentamiento entre las altas instituciones rusas, el ejecutivo liberal vs el legislativo comunista. De un lado, un Presidente que saltándose la Ley quería acabar con el Parlamento; de otro lado un Parlamento que defendía la legalidad y quería evitar que Yeltsin impusiera su dictadura. Ante ese dilema, el pueblo salió a la calle a defender a los comunistas.
Durante los días 2, 3 y 4 de octubre de 1993, se producen en Rusia violentos enfrentamientos entre los manifestantes, opuestos a las políticas neoliberales de Yeltsin, y los militares del gobierno. El 4 de Octubre, la artillería pesada abrío fuego contra el Parlamento y los diputados.
El parlamento fue bombardeado. Gran parte de los diputados perdieron su vida en aquel bombardeo, defendiendo la soberanía nacional de Rusia. Cientos de manifestantes fueron asesinados por el Ejército. El número total de víctimas aún se desconoce, pero muy probablemente supere el millar de personas.
Gobiernos neoliberales, como el de España culparon de la violencia en Moscú al disuelto Parlamento ruso y los diputados opositores (en su mayoría comunista). El medio español ABC titulaba el día 5 de Octubre de 1993 de la siguiente manera, “Los ultracomunistas derrotados”.
En una de las imágenes se ve a un hombre sostener la bandera comunista. En Rusia el pueblo se negó rotundamente a abandonar el socialismo, incluso tras la caída del Muro del Berlin, los rusos seguían defendiendo el comunismo. La transición al capitalismo en Rusia fue un golpe de Estado preparado por Gorbachov, elaborado por la CIA y sentenciado por Yeltsin. Un golpe de Estado en en que corrió sangre de miles y miles de obreros, consecuente de que preferían morir luchando a dejar que los traidores restaurarán el capitalismo.
Hoy en Rusia hay nostalgia de aquellas épocas doradas en la que el país vivía en socialismo. Hoy la mayoría de los rusos que rechazan las políticas capitalistas de Putin, siguen manteniendo como alternativa real, al Partido Comunista.
Las imágenes de aquella trágica fecha se seguirán difundiendo entre los comunistas, porque el pueblo ruso no olvida y no perdona lo que le hicieron en 1993. Seguiremos en pie, hasta que caiga el régimen capitalista que hoy sostienen los gusanos de Rusia Unida con el guerrista e imperialista Vladimir Putin a la cabeza.