Vieron que volvió el outfit de los ’90, se agradece, sobre todo la estética “grunge” y lo “californiano”, pero no volvieron solo en forma de moda. La vuelta del neoliberalismo mas salvaje vino de la mano de Milei, que rechaza ese término y por eso lo usamos.
Un neomenemismo
Claro, es que el neoliberalismo no se fue, salvo por un breve tiempo en el que Néstor y Cristina Kirchner intentaron construir una alternativa a él, siempre sin cuestionar al capitalismo. Pero lo que vemos ahora es peor que lo que se vivió con Macri, porque ese muchacho no ganó algo que Milei si ha ganado: la batalla cultural, la construcción de significación y sentido, un relato apropiado por las masas.
Esa significación de este neo menemismo se materializa en términos económicos, cuando Caputo y Sturzenegger proponen una suerte de liberación total de la economía, pero que en la praxis no se trata de otra más que de políticas a favor del gran capital concentrado que impide el progreso del soberano argentino. En términos culturales, se instaló una suerte de individualismo extremo, en el que no importa nada más que el progreso individual a costa de pisar las cabezas de nuestros compañeros.
Esta suerte de neomenemismo también se refleja en el uso de lo mediático, en la exageración y/o banalización del contexto político que vivimos.
En este momento histórico, la “oposición” brilla por su ausencia. Los radicales siguen agrandando su CV de traiciones, incluso a sus propios proyectos en el Congreso. El peronismo no se queda atrás, desde su ala más liberal hasta el ala más progresista, pareciera que no se hacen eco de las políticas del Gobierno nacional.
Otra, los movimientos piqueteros se vuelven insoportables para los gobiernos y las patronales, y ya no saben que hacer con Belliboni que no es siquiera un Perro Santillan, es trotskista, es más radicalizado. Es que Milei en algo tiene razón, la gente va hacer algo para no morir de hambre: vamos a tomar el cielo por asalto de ser necesario.
Los métodos piqueteros
Los cortes y los piquetes son medidas de fuerza de la clase obrera ante la falta de respuestas de las patronales y sus gobiernos. Son medidas imposibles de frenar, porque las motoriza la necesidad, esa necesidad de recuperar los puestos de trabajo o de pelear por no morirnos de hambre.
Los métodos piqueteros nunca se fueron, si no pregúntenle a la progresista Cristina Kirchner que nos metió el bendito Proyecto X y la Ley Anti Terrorista para criminalizar la protesta social. Pero pese a todo, había un Estado regulador que evitaba que se agudice la lucha de clases. Hoy, hasta los mas moderados de todos tienen que radicalizar sus luchas, tal como en los ’90 cuando hasta Ubaldini y su sector de la CGT terminaron cortando calles y rutas con la huelga general contra M3nem.
Tensionar hacia la izquierda
La disputa hacia dentro del peronismo la debemos dejar de lado, la experiencia nos demuestra que por mucho que surja una opción progresista desde ese movimiento, siguen defendiendo los intereses de la burguesía nacional. El Frente Grande y la CTA en su momento fundacional parecían ser un “gordo se viene”, y un poco se vino en 2003 con Kirchner, pero si hacemos balances, solo fue un parche a la crisis.
El kirchnerismo fue lo que fue porque la lucha obrera que mandó a volar a De la Rua y el FMI en el 2001, radicalizó tanto por izquierda a la sociedad que, acompañado al contexto regional, otra no les quedaba. Después de la crisis mundial del capitalismo en 2008, mostraron su verdadera cara.
Si estamos ante un “Back to the neoliberalismo” – aunque para nosotros nunca se fue – aprendamos de los errores del pasado. Organizar a la clase obrera para luego imprimir la lucha en victorias electorales burguesas, es acá y en todo el mundo, lo peor que podemos hacer. Si son jovenes como nosotros y eran muy chicos en los ’90-’00, veamos a Chile, donde todo el proceso de radicalización de 2019 fue tirado a la basura con Boric; o el 15M de España que termino con Podemos y Sumar reviviendo al neoliberal PSOE.
La lucha de clase no va parar, pero es necesario lograr una verdadera victoria obrera. Derrotar primero todo el programa de Milei y sus aliados, y a la par, construir en unidad las herramientas que nos permitan tomar posiciones de poder.
Si vemos en la historia de nuestro país, de las luchas obreras contra la dictadura en los ’80 se salió con un programa socialdemócrata, el de Alfonsín. De su fracaso se buscó salida en el neoliberal M3em, al que le sucedió La Alianza como una propuesta con una plataforma “progresista”. Hubo un punto quiebre, que la izquierda no supo acaparar por no unirse en un Frente Único, y como se normalizó la democracia burguesa, se normalizó el proceso cíclico, con los Kirchner como opción progresista, Macri como opción liberal, Fernandez como la vuelta de ese supuesto progresismo y Milei como una salida mucho mas radical hacia la derecha. Puede haber un punto quiebre nuevamente, y ante esto, la izquierda debe estar atenta y aprender de sus errores.
El cielo por asalto
Estamos en mood ’90, se abrió en el mundo las puertas a un nuevo proceso similar al del Consenso de Washington, donde la caída del “socialismo del Siglo XXI” y la “Izquierda Radical” – léase Syriza y Podemos – europea se pueden comparar, con sus diferencias y en el plano geopolítico, a la caída del llamado “socialismo real” entre 1989 y 1991.
Retomando el concepto de oleadas del que habla García Linera, es interesante prestarle atención a algunos procesos en la región y el mundo. Sin ir mas lejos, el domingo, en Sri Lanka ganó las elecciones un partido Marxista-Leninista frente a décadas de saqueo neoliberal. Nos han hecho creer que como decía Fisher, es mas fácil imaginar el fin del mundo al fin del capitalismo. La historia dice otra cosa: se puede tomar el cielo por asalto, lo haremos.