- por Agustina Ríos.
Aportes para pensar el camino a la liberación
Desde el triunfo de la izquierda en nuestra hermana nación mexicana o las experiencias de unidad que se viene desarrollando en Francia para enfrentar a la ultraderechista Marine Le Pen nos abre quizás un momento bisagra para pensar en la consolidación de los proyectos revolucionarios en america latina y seguir el camino de nuestros hermanos, que desde el amplio territorio del abya yala buscan la emancipación de los pueblos y persiguen incansablemente la utopia de la patria grande. Es hora de dejar de visualizarla solo como tal, ha llegado la hora de hacerla realidad.
Por que decimos que hay que pensar en la revolución?
El neoliberalismo agoniza al mismo tiempo que incrementa su fuerza represiva para sostenerse como hegemonía en el mundo, pero a la vista esta que este sistema basado históricamente en la reproducción de desigualdades y reformismos para paliar las crisis que el mismo genera ya no le resuelve la vida a nadie, cada vez son mas los seres humanos que van quedando fuera del modelo capitalista recrudecido, cada vez son mas los que estan siendo ejectados, excluidos, arrojados a la precariedad como forma cotidiana de la vida, sumado a un sistema político democrático burgues que ha demostrado no solo una falta de decisión política e ineficacia a la hora de tomar medidas a favor del pueblo sino que, como es de esperarse, el pueblo ha dejado de creer en ello como posible via de escape a las penurias de su vida diaria.
La sobreestatizacion de la política de recinto ha olvidado su base fundacional, las masas. Una masa que ya no es asalariada en la formalidad, que ya no esta amparada por grandes convenios colectivos de trabajo, o que ya ni siquiera puede planificar un proyecto de vida a largo plazo que exceda mas de dos meses. Las grandes masas populares que han sido el bastion elemental para el campo nacional y popular viven el dia a dia, no tienen ni pueden generar una estabilidad económica que les permita pensar en un plan de vida, y si queremos ir mas alla, ni siquiera les permite disponer de un tiempo extra para pensar. Es en este escenario donde la deshumanización se profundiza, la “inserción” al sistema se vuelve un acto profundamente inhumano. Larguísimas horas de trabajos múltiples (para quienes tienen “suerte”), horarios contrareloj de jornadas laborales, sobre exposición a aparatos tecnológicos, salud mental en crisis, competencia, meritocracia, automatización, alienación; a decir verdad: la vida entera de un ser humano destinada a producir, a generar ingresos constantemente y de la forma que sea para poder seguir viviendo. Esto no es una exageración, es la realidad de millones y millones de argentinos y argentinas que aun asi, siguen siendo pobres. No cabe preguntarnos entonces: producir para quienes? Producir cuanto? Como redistribuimos lo que se produce? Cual es nuestro rol en la cadena de producción capitalista?
Enfrentar la deshumanización
El sistema político tradicional como lo conocíamos esta atravesando una profunda crisis. Partiendo desde la representatividad de los partidos políticos tradicionales, hasta los marcos de alianza entre estos, las formas de “hacer política” y la imposición de candidatos electorales que “miden bien” y armonizan las alianzas, pero que le dan la espalda al pueblo. También, hay que decir que ha habido una gran subestimación al pueblo pensando que van a elegirlos solamente porque el aparato partidario asi lo exige. El triunfo de Milei es un claro ejemplo de eso. El pueblo anhelaba una opción trangresora, revolucionaria, que pudiera acabar con sus problemas, o al menos buscara enfrentarlos con medidad radicales, sin medias tintas, responsabilizando a los que, según ellos, eran los culpables de su desdicha. Un pueblo buscaba encontrar un político cercano a ellos, que dijera lo que pensaban, que sea su vocero, que expresara su bronca. No leer el deseo de cambio, es no leer el deseo revolucionario. Pero, sabemos bien que con la bronca no alcanza, no se construye, no se organiza a un pueblo desde el hastío y la rabia. Hay que volver a generarnos fe.
Con la revolución en el corazón
Puede que al fin la historia nos ponga en el escenario de la construccion de la vida, de la disputa de los sentidos y esta vez seamos nosotros quienes digamos cual es el presente y el futuro que queremos, cual es el país que queremos para nosotros y nuestros hijos, dejar claro que estamos dispuestos a aceptar y que ya no. Porque llegamos hasta este momento llenos de experiencias que nos han demostrado que el discurso suena muy bien, pero el diálogo es más certero. El diálogo implica escuchar y registrar, registrar y accionar luego. No es un acto mecánico, no viene escrito desde una oficina y no se puede premeditar porque hay una realidad que está siempre obligandote a estar presente para entenderla. La única verdad es la realidad decía el gral Peron.
La realidad que nos toca hoy está en las antípodas de la que soñamos. Pero hay en ella quizas, la valentia que nos exige luchar por ese sueño, reforzar la inventiva, asumir la responsabilidad colectivamente, retornar y contagiar las formas cuidadodas de construcción cooperativa, de escucha, de manada. Levantarnos, ser hombro para los nuestros y los que van a ir acercandose. Buscar en las cosas pequeñas el valor de la vida, para distinguir las prioridades, ser muy concisos con nuestros deseos, y convencernos de que nos los merecemos. Que si bien hay un presente que viene por todos, a todos juntos nos tiene que encontrar con el puño en alto, con los brazos cargados de sueños y con las manos llenas de herramientas para hacerlos realidad. Es ahora, venceremos.