
La política de los Planes Quinquenales fue desarrollada por el Partido Comunista de la Unión Soviética bajo la conducción de Iosif Stalin. Consistían en la planificación de la economía de forma centralizada cada cinco años. El primer Plan se llevó adelante en 1928 y terminó en 1932, y su éxito fue tan grande que llegó a la Argentina. En 1947, el gobierno de Juan Domingo Perón decide implementar esta política económica con el mismo objetivo: desarrollar las fuerzas productivas bajo una administración centralizada y planificada desde el Estado y el Partido Único de la Revolución Nacional (hoy llamado Partido Justicialista).
Para poder entender este contexto, cabe mencionar que, posterior a la Segunda Guerra Mundial, muchos países buscaron desarrollarse aprovechando la crisis que vivían las potencias; otros países con tradiciones socialdemócratas tomaron algunas políticas de la URSS sin romper con el capitalismo. Es así que Francia aplicó hasta el año 2005 un Plan Quinquenal mediante la Comisión General del Plan (CGP). Otros países que aplicaron esta estrategia fueron Canadá, Marruecos, El Salvador (durante los gobiernos del FMLN) y Corea del Sur. En México, Lázaro Cárdenas aplicó el Plan Sexenal, inspirado en las políticas soviéticas como casi todo su gobierno, que tenía elementos socialistas.
No hace falta mencionar que los países socialistas de inspiración soviética, en su mayoría, han aplicado o aplican estos planes. Sin embargo, fuera de Lázaro Cárdenas, lo más parecido a la planificación centralizada de la economía de tipo socialista fueron los dos Planes Quinquenales del gobierno de Juan Perón. El primero fue entre 1947 y 1951 y fue un éxito. Con él se logró ampliar el sistema público en sanidad y educación, se crearon nuevas universidades, hospitales y centros de salud; se nacionalizó el Banco Central y ENTEL; se creó el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (I.A.P.I.); se nacionalizaron los ferrocarriles y una larga lista de políticas que nos ameritaría una publicación especial de tan amplia que fue.
El Segundo Plan Quinquenal de 1953 se llevó a cabo en el segundo mandato del general Juan Domingo Perón. Originalmente, su duración se extendía hasta 1957, pero tras el golpe gorila de septiembre de 1955, el plan fue abortado. Buscó fortalecer la unidad social, modernizar el sector agropecuario e industrial y consolidar el rol del Estado en el comercio, las finanzas y la planificación económica. Promovía la mecanización del campo, el desarrollo de industrias básicas, el control estatal del comercio exterior y políticas sociales orientadas a mejorar la vida de la población. Tras ser abortado por “la Fusiladora”, Argentina volvió hacia el modelo de desarrollo dependiente en relación con el imperialismo norteamericano y británico.
Ahora que China anuncia su XV Plan Quinquenal y deja a todo el mundo sorprendido con su constante crecimiento, corresponde mencionar que si nosotros continuábamos con los Planes Quinquenales, hoy iríamos por el XVII. Sería el Plan Quinquenal más longevo después de la URSS, que también fue descontinuado por el golpe de Estado de Boris Yeltsin y Mijail Gorbachov en 1991. Con todas las críticas que se le podrían haber hecho al peronismo por no romper con la estructura capitalista —las mismas críticas que se le pueden hacer a China hoy— no cabe duda de que nuestros mayores progresos fueron gracias a la planificación centralizada de la economía. Lamentablemente, el peronismo volvió a gobernar, pero optó por el Estado del bienestar como modelo económico.
Solo un peronista ha declarado que volvería al Plan Quinquenal: Juan Grabois. En 2023 dijo que, si fuera presidente, completaría el Segundo Plan Quinquenal de Perón y planificaría la economía del mismo modo que lo supo hacer el líder del justicialismo. En 12 años de gobierno y con momentos de mayoría política y social, el kirchnerismo ni pensó en planificar la economía de forma centralizada. El llamado “régimen de Tierra del Fuego” y las nacionalizaciones de YPF y las AFJP fueron políticas que no estaban enmarcadas en un plan de desarrollo. Con todas las críticas que le hemos hecho a este espacio, Argentina Humana y su Plan de Desarrollo Humano Integral, en el apartado económico es lo más cercano a una planificación económica.
Ahora bien, ¿por qué la izquierda argentina no tiene un plan así? Veamos, el Plan Quinquenal es una política considerada de origen estalinista. Es decir, un Estado “burócrata” que planifica en pro del desarrollo de las fuerzas productivas. La izquierda argentina está fuertemente influenciada por el trotskismo, salvo por la tradición PC, que hoy no es tan fuerte. En este sentido, se suele considerar a China, como a Vietnam, Corea, Laos y Cuba, dictaduras estalinistas de partido único, donde es el Buró del Comité Central de estos partidos únicos el que define todo sin tener en cuenta a las bases. China dice que sí han tenido en cuenta a las bases del PCCh, pero es algo que mínimamente se debe poner en duda incluso desde los que no somos “antichina”.
Ahora, si bien podemos debatir todo lo que queramos, y desde ya mencionar que la planificación del peronismo original y el que propone Grabois no vienen a superar al capitalismo ni proponen el socialismo —a diferencia de China, que al menos lo propone—, son una política importante frente al desmantelamiento del Estado que propone el liberalismo. Por ejemplo, tras el Covid-19, China se dio cuenta de que debía apostar por mejorar al máximo la salud pública y así duplicó los centros de salud, hospitales y universidades de medicina. Mientras tanto, Occidente privatiza cada vez más la salud en pro de las empresas privadas. Esto es solo un ejemplo; hay miles de problemas que podrían tratarse con un buen Plan Quinquenal, pero de más está decir que este debe ser desarrollado en debate con las bases obreras.