Lo que aprendí de Chubut

Durante la semana del 22 de Agosto, días de fuerte memoria a nivel local, estuve en la ciudad de Trelew. Si bien mi conocimiento de la provincia fue parcial -no conocí la meseta, el valle, ni la cordillera- fue una aproximación a su realidad social y política.

Pasaron -casi- 4 años del Segundo Chubutazo, también difundido en la provincia como el Chubutaguazo. Sin embargo, aquellos días están presentes tanto en su evocación en forma de pasado como en su presencia en las resistencias actuales. Caminando por la calle veía la cantidad de casas que, varios años después, siguen teniendo carteles y pintadas en defensa del agua y me preguntaba: ¿Por qué esto no se discute de manera mucho más activa en las izquierdas y el campo popular? Todavía es poco conocido lo que ocurrió aquellos días en la provincia de Chubut. Y sobretodo, al momento no hemos tomado lecciones colectivas al respecto. 

 

Una pueblada

 

El Chubutazo fue una pueblada. Distinta por varias razones a las imágenes del 19 y 20 de Diciembre que suelen ser patrimonio de la militancia popular de nuestro país. En primer lugar, porque pasó a 1000 kilómetros de la capital de Argentina. En segundo lugar porque los ejes de lucha, las reivindicaciones y la composición tanto del sector popular como del patronal fueron muy distintos.

 

Durante esos días, una alianza popular compuesta por los vecinos y vecinas de las ciudades y pueblos, junto a militancia ambientalista y organizaciones sindicales y políticas logró torcer una ley escrita a puño y letra por las multinacionales. El pueblo confrontó y le ganó a un bloque compuesto por la totalidad de los partidos tradicionales y la corporación multinacional minera.

 

Lejos estuvo, como cualquier rebelión popular, de tener un origen espontáneo. Se construyó con una larga tradición de luchas ambientales y piqueteras de la provincia. También, con una herencia fuerte de la tradición setentista a partir de la Massacre de Trelew. Desde esa perspectiva, es imposible decir que fue de un día para el otro. Sin embargo, sí tuvo un rasgo de imprevisibilidad la reacción popular. La política de seguridad del gobierno de Arcioni durante la pandemia (sintetizada en los audios filtrados llamando a “sacar los pucará” y detener a quienes estuvieran “chimangueando”) y el no pago a docentes y estatales fueron sellando una vez sobre la cual la lucha por el agua se convirtió en una pueblada contra el gobierno.

 

Una pueblada como esta significa movilización masiva en las calles sostenida durante varios días, espacios de democracia de base y acción directa contra edificios públicos y personal policial. Pero para que todo eso sea posible existe un eje transversal: que el reclamo haga mella en las masas. 

 

Son muy pocas las agendas reivindicativas que lograron ser transversales, trascender el debate entre las militancias y llegar a discutirse en la mesa de cada hogar. En 2018, la lucha por el aborto legal fue una. En Chubut, la campaña popular por el agua logró que la gente sepa lo que el gobierno quería hacer y quiénes iban a enriquecerse con ello y que las personas tomen posición y salgan a la lucha. Eso lo lograron con décadas de organización asamblearia e invitación a la comunidad a participar de manera activa, saliendo a la aquella incluso en esos días donde parece que no tiene sentido hacerlo. Pero sobretodo, construyeron una contrapropuesta a la del gobierno. Así como rechazaron la ley que permitía la zonificación minera redactaron el proyecto de la Iniciativa Popular con 30.000 firmas. La misma funcionó como un medio de organización de las comunidades y difusión de la problemática, Además, colocó a las asambleas y a las y los vecinos como un actor con capacidad de propuesta.

 

Todavía no aprendimos lo suficiente del Chubutaguazo

 

Posiblemente una de las razones que expliquen este título sea la imposibilidad de realizar un análisis de Argentina por fuera de la experiencia -necesaria pero insuficiente- de Capital Federal y Buenos Aires. En este punto reside una limitación estructural para analizar el capitalismo local. El funcionamiento de Capital Federal como centro político del país es una realidad objetiva. Sin embargo, desde un análisis crítico debemos ver cuáles son las principales fuentes de riqueza de las patronales y millonarios extranjeros. Esto no podemos hacerlo sin mirar el resto de las provincias y los focos de riqueza de nuestros bienes comunes. Así como el Norte Argentino concentra parte del Triángulo del Litio, el sur posee varias de las principales fuentes de agua del mundo y es rica en infinidad de minerales, algunos de ellos sustanciales para la producción convencional y otros imprescindibles para la “transición energética” que encaran las potencias.

 

Cuando el Che dijo que había que atacar al imperialismo desde los países dependientes, semicoloniales y coloniales no lo hizo por un capricho moral. A partir de un análisis marxista, veía la necesidad de cortar el primer eslabón de generación de riqueza y poder del imperialismo, aquellos territorios desde donde extraen enormes recursos y riquezas para hacer funcionar los resortes de la economía del Norte Global.

 

En Capital Federal funcionan los principales poderes que deciden el destino del país a nivel político-institucional: ejecutivo, legislativo y judicial. También, tienen uno de sus centros las fuerzas armadas. Pero este análisis lo debemos completar con un estudio sistemático y profundo de la diversidad territorial. A su vez, debemos tensionarlo con una mirada federal y combatirlo. El país socialista que queremos, no puede reproducir la lógica de centralizar política del actual. Esa tarea empieza desde hoy en el debate y perfil de nuestras militancias. Aprender de las experiencias de luchas de nuestros pueblos es una parte de ese camino.

 

Las provincias de nuestro país fueron terrenos de disputa fundamentales en momentos políticos cruciales. Tucumán fue una provincia central en la Declaración de la Independencia. Córdoba tuvo en 1918 la Reforma Universitaria, así como en la década del 60’, Córdoba y Rosario fueron capitales de la rebelión popular con sus respectivos -azos. Previo al 2001, ocurrió el Santiagueñazo y Chubut y Salta vieron parir al movimiento piquetero con los primeros cortes de ruta. En general, las rebeliones no empezaron en la capital del país y mostraron con lógicas del interior y la periferia, futuras formas de organización y lucha que podían expandirse después al resto del país. 

 

Perspectivas

 

Las izquierdas nos encontramos en un divorcio con las mayorías sociales. Este fenómeno es global y no se trata de una perspectiva voluntarista revertirlo en un corto plazo. Pero para hacerlo tenemos que aprender de las experiencias más recientes de nuestros pueblos, escuchar a sus protagonistas, realizar balances y tomar lo mejor de la experiencia.