La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró este martes que Estados Unidos está preparado para “usar todo su poder” para frenar el “flujo de drogas hacia su país”, tras ser preguntada sobre el despliegue de tres buques con 4 mil soldados en las aguas del Caribe cerca de Venezuela. Bajo el argumento de que el gobierno de Nicolás Maduro es responsable del tráfico de drogas a EEUU, la administración Trump busca de una vez por todas cumplir su objetivo incompleto: invadir Venezuela.
En este sentido, Estados Unidos habría empezado a desplegar a 4 mil agentes, principalmente infantes de Marina, en las aguas de Latinoamérica y el Caribe para combatir a los carteles del narcotráfico. Esto representa no solo una amenaza a Venezuela, que es el pez gordo, sino también a Colombia y otros países con gobiernos que han decidido dejar de someterse a las imposiciones imperialistas. De hecho, Petro advirtió que, además de ser ridícula la intervención sobre Venezuela, representa una amenaza directa también a Colombia.
Ante esta amenaza, y luego de Estados Unidos, elevará la recompensa por información que conduzca a su captura del presidente venezolano Nicolás Maduro, y anunció el despliegue de 4,5 millones de milicianos, componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Si bien no es la primera vez que los yanquis buscan invadir Venezuela, y tampoco es la primera vez que operan con “combatir el narcotráfico”, sí es de resaltar el despliegue de tropas militares en el Caribe y América del Sur.
Además de países como Cuba y Nicaragua, donde la amenaza intervencionista de EEUU es constante, se le sumó la condena de Colombia con Gustavo Petro y México con Claudia Sheinbaum. Como era de esperar, la derecha comenzó a instalar que estos gobiernos, definidos de izquierda, son defensores de “dictadores” que “promueven y financian el narcotráfico”. Parte de la campaña de EEUU es atacar a Venezuela y luego manchar la imagen positiva de los gobiernos progresistas que se niegan a condenar las acciones imperialistas.
Si bien es totalmente falsa la acusación contra Maduro por financiar el tráfico de drogas a EEUU, como ya sabemos, es el mismo argumento con el que instalaron a la DEA en Colombia y Bolivia durante el siglo pasado y mediante el cual tuvieron el control para desarticular toda organización obrera y popular. Cuando Evo Morales expulsó a la DEA, también fue acusado de trabajar para los grupos narcotraficantes. Esto trasciende fronteras; el argumento para asesinar a Soleimani en Irán también fue el comodín de que organizaba grupos de carteles narcotraficantes.
Además, existen documentos desclasificados de que la CIA y los EEUU traficaron drogas en países a los que luego buscaron intervenir. Por ejemplo, durante la lucha contra Mao en China, la CIA traficó opio para frenar la lucha comunista. No pudo, pero más conocido es el escándalo Irán-Contra, también conocido como Irangate, donde se descubrió el tráfico de drogas y armas a Irán y a los Contra en Nicaragua. A fines de los 80, permitieron al dictador panameño Noriega financiar el tráfico de drogas siempre que ayudara a combatir al FSLN, y cuando terminó cayendo el sandinismo en Nicaragua, EE. UU. invadió Panamá.
En cuanto a la región, el rechazo es bastante amplio. El ALBA-TCP, que agrupa a 11 países de la región, condenó de manera categórica las órdenes del Gobierno de Estados Unidos de desplegar fuerzas militares bajo pretexto falso, con la clara intención de políticas ilegales, injerencistas y contrarias al orden constitucional de los Estados de América Latina y el Caribe. La exigencia es a que los demás países del continente tomen una posición de rechazo al plan intervencionista; sin embargo, sabemos que países como Argentina, Perú o Ecuador trabajan abiertamente para la administración de Trump.
Con todas las diferencias que se pueda tener hacia las políticas de Nicolás Maduro, condenar las injerencias imperialistas de los EEUU es un deber de quienes se dicen de izquierda y progresistas. Esperamos que todos aquellos gobiernos orientados a la izquierda en nuestra región condenen categóricamente las amenazas de Trump y su gobierno. Hay dudas sobre la posición que pueden tomar Lula y Gabriel Boric, que siempre suelen tener posiciones contradictorias respecto a Venezuela, Nicaragua y Cuba.