Cooke y la rebeldía organizada

“Un gobierno no cae porque sea malo simplemente, sino porque hay condiciones que se dan y fuerza organizada para aprovecharlas.”

Hace 56 años fallecía John William Cooke, uno de los máximos exponentes del peronismo de izquierda y una de las personas más consecuentes hasta el final de sus días con el pensamiento revolucionario y antimperialista. Su compromiso con la clase trabajadora y con la liberación nacional y social deben ser un faro para nuestra militancia

 

Horacio González decía que “era alguien que estaba en el interior mismo de las tantas fisuras que había producido el peronismo. Cooke habita la casa del peronismo en tanto marxista y es un marxista en tanto peronista.”

 

Con tan solo 25 años, fue el diputado más joven en asumir en 1946. Allí en la Cámara de Diputados dio uno de los discursos más memorables a favor del proyecto de expropiación del diario oligárquico “La Prensa” y señaló que “…estamos contra La Prensa porque creemos que La Prensa es uno de esos obstáculos, como hay muchos otros en el continente, que han impedido o demorado todas las posibilidades de reivindicaciones proletarias en Latinoamérica. (…) Nosotros estamos con los obreros, y estamos contra La Prensa, porque La Prensa siempre estará, como lo ha estado hasta ahora, contra los obreros y contra nosotros.”

 

Pero también en la Cámara de Diputados rechazó el proyecto peronista de convalidación de las Actas de Chapultepec que impulsaba Estados Unidos y señaló que “representaban un peligro y no una esperanza para los pueblos de América.”

 

Hoy Cooke nos sigue interpelando porque lo que se denomina campo popular está desorganizado, absorto y falto de un programa transformador. No hay un horizonte revolucionario ni se ofrece un futuro luminoso. Pareciera que sólo debemos conformarnos con las migajas que el régimen capitalista nos brinda, aunque últimamente ni siquiera eso.

 

El pensamiento de Cooke está vigente en tanto la tarea de organizar y radicalizar al movimiento obrero permanece pendiente. Ante un ataque desaforado como el que vivimos por parte de las clases dominantes (pero dominadas ante el capital trasnacional), corresponde organizar la respuesta que no puede ser sectorial, sino conjunta.

 

Con absoluta claridad decía que “un clima de rebeldías individuales puede durar indefinidamente. Solamente cuando la rebeldía está coordinada y encausada en un movimiento de liberación, adquiere la eficacia necesaria para luchar con éxito.”

 

Sigamos sus enseñanzas, pensemos críticamente el presente que nos toca atravesar. Organicemos a todos los sectores agredidos por el ajuste, sembremos desde abajo poder popular y militemos para desatar la potencia plebeya que no sólo le ponga un freno al saqueo neocolonial, sino que también nos permita construir entre todos el programa de liberación nacional y social que necesitamos.