Contra el reformismo

10.09.2024

A raíz de un texto de Lenin llamado “Marxismo o reformismo” lanzamos una punta para problematizar con la izquierda argentina, mas que nada con aquella que, por acción o omisión terminan cayendo en el reformismo, alejándose del marxismo y la lucha de clases, pero sin dejar de autopercibirse como marxistas.

Lenin concebía el reformismo, en su praxis, como una renuncia al marxismo, puesto que esta tendencia, propia de la socialdemocracia, busca reemplazar las tareas de organización de clase obrera por políticas obreras liberales. En nuestro país, ha sido el peronismo quien mejor canalizo el espacio del reformismo, puesto que aunque lo niegue, es un movimiento de base obrera con políticas liberales. El peronismo no busca cambiar el régimen burgués, si no que las clases convivan en paz bajo un orden de “movilidad social ascendente”. Pero el reformismo no se presenta solo en la socialdemocracia o el “nacionalismo de inclusión”.

 

 

Tomamos la cita de Lenin para profundizar algunos necesarios debates. Y creemos que no hay mejor ejemplo de reformismo dentro de nuestras filas, y digo nuestras por que son originalmente el primer partido autopercibido comunista en Argentina, que el PC. Evidentemente, el Partido Comunista de la Argentina es la esencia misma del reformismo, reformulando sus tesis dentro del limite de lo posible de la democracia burguesa y liberal. Claro que, hay otros ejemplos mas complejos, como Patria Grande, o el PCR, dos partidos que han crecido corriendo por izquierda al kirchnerismo, pero que rápidamente se integraron a las lógicas reformistas, tal como le ha pasado al histórico PC.

Decia Lenin que: “De palabra, los liquidadores rechazan el reformismo como tal, pero de hecho lo aplican en toda la línea”. Esto nos sirve para problematizar sobre el rol de los partidos que se autoperciben marxistas y leninistas, y en la praxis caen constantemente en prácticas reformistas.

 

El “mal menor”, la “unidad contra la derecha” y el “no da la correlacion de fuerza”, son excusas clásicas de los reformistas que no pueden pensar mucho más allá de los márgenes de esta democracia liberal. Pues para ellos, la rosca, el debate, se termina reduciendo a salidas electoralistas y para los revolucionarios, la salida es la organización independiente de la clase obrera para la toma del poder.

 

En Argentina hemos visto de todo, hasta al PCCE con una bandera de Cristina Kirchner al lado del Martillo y la Hoz. Estamos curados de espantos, porque sabemos que aunque nos identifica el comunismo, nuestro compromiso es con quienes ponen todos los días el lomo organizandose contra el Estado burgués y sus gobiernos patronales; con quienes no esperan nada de las reformistas políticas del peronismo que no son más que políticas liberales que buscan engañar a la calse obrera. La categoría “trotskista”, que ahora mismo usted nos puede estar aplicando, es la perfecta excusa para seguir sosteniendo posiciones reformistas con disfraz de comunista: “no sea trotsko camarada, unidad contra la derecha”.

 

Un trago amargo y un mal sabor de boca sería saber que el 28° Congreso del PC se radicalice en la tesis, pero siga manteniendo la misma estrategia reformista. De igual manera, tampoco el PCR, que supo construir con independencia de clase, hoy propone una alternativa socialista independiente. Está claro que todas estas fuerzas, junto al FPG, van a usar el mismo plan que en 2023, cambiando a Wado de Pedro por Axel Kicillof, y en caso que el PJ se reorganice por derecha, utilizarán el comodin Juan Grabois. La pregunta es ¿para qué? Un poco lo dicen ellos, para volver a la “década ganada”, es decir al kirchnerismo, que fue quizás la mejor versión del reformismo en décadas: la clase obrera obtuvo mejoras, pero siguió siendo explotada.

 

Y quizás debemos aprender de errores del año pasado; quizás no debimos haber votado por el peronismo en el ballotage, y pegándoles al hueso debimos haber dicho abiertamente que si Milei ganaba era por culpa de ellos, que le armaron las listas y le allanaron el camino.

 

Ahora bien, como decía Trotsky: “Quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir”. Está en nosotros, como comunistas, encontrar la forma de romper con estas prácticas reformistas que como planteaba Lenin, termina generando un desmoronamiento de la organización marxista, sustituyendole sus tareas democráticas de organización de clase por políticas obreras liberales.