La desorientación en la militancia popular es cada vez mayor y más desesperante. La respuesta de las distintas fuerzas políticas populares ha sido la de acomodarse a la realidad en vez de transformarla. Hago un llamado a discutir la necesidad de abrir caminos con otras fuerzas para ponernos de acuerdo al menos en 5 puntos programáticos para salir antes de la campaña.
Por Lucas Damián Reyes.
La desorientación en la militancia popular es cada vez mayor y más desesperante. Venimos asistiendo a la recomposición de la hegemonía liberal oligárquica en nuestro país y la región, en el contexto de la recomposición de las extremas derechas en el mundo. Y la respuesta de las distintas fuerzas políticas populares ha sido la de acomodarse a la realidad en vez de transformarla. Ante la imposibilidad de imponer un proyecto nacional (de desarrollo soberano de las potencialidades de nuestra nación y de justicia para nuestro pueblo), extremamos el electoralismo al punto de terminar convirtiendo la victoria electoral en un objetivo en sí mismo y guardamos las históricas banderas de justicia social y soberanía. En su lugar nos quedamos con banderitas juveniles y propias de las capas medias, con muy buenas intenciones pero alejadas de las grandes causas que guiaron las luchas de nuestro pueblo. Le dimos un cheque en blanco a un traidor y se lo defendió como nuestro obedientemente aunque pasaran los meses y se hiciera cada vez más evidente la falta de un proyecto de transformación política. Recién se alertaron las dirigencias (y la militancia que no está pensando por cuenta propia) cuando este desgobierno podía afectarnos electoralmente en el 2021, pero al no haber proyecto político, nos limitamos a declarar que nos oponíamos al acuerdo con el FMI, pero sin presionar realmente para que no se haga. Fue solo una postura pública para tratar de despegarse de un acuerdo que sabíamos era perjudicial para nuestro pueblo. De esta forma dejamos de hablarle de política a la sociedad y de defender un proyecto que le mejoraba la vida a la gente. Nos limitamos a señalar que los otros eran peores y culpables de la incapacidad de “nuestro” gobierno. Dejamos de querer convencer políticamente a nuestro vecino y nos limitamos a ser “gestión” en el sentido más burócrata y despolitizado de la palabra.
Entonces nuestros vecinos vieron cómo a lo largo de los últimos 10 años se fue perdiendo su poder adquisitivo, mientras la derecha y el peronismo se alternaban en el poder. Y cómo nosotros dejamos de hablarles de política, fueron los medios y las redes sociales los que se encargaron de hacerlo. Y así fuimos llegando a la crisis de representatividad que vivimos hoy. Y ahí apareció Milei, capitalizando el descontento con soluciones a los problemas que ninguna de las dos fuerzas mayoritarias resolvió. Propuestas con resultados desastrosos que ya nos imaginamos los militantes politizados, pero que una población despolitizada vio como alternativa ante el fracaso de las fuerzas del bipartidismo que se formó desde el 2015.
Ahora tenemos que entender que es urgente que desde las fuerzas populares salgan respuestas políticas a los problemas que venimos arrastrando hace 10 años, que sean una alternativa a las que está proponiendo el enemigo. No alcanza con salir a pegar más afiches y a hacer más pintadas, eso no gana ni un voto, eso es solo demostración de fuerzas entre las mismas organizaciones políticas. No es suficiente tampoco volver a intentar con la fracasada campaña del miedo que no funcionó en el 2015 en Argentina y que fue hasta contraproducente en el 2018 en Brasil con el #Eleñao contra un enemigo mucho más similar al que enfrentamos ahora en Argentina. Lo único que vamos a lograr con otra campaña del miedo es reforzar al enemigo, porque no lo votaron por ser anti progresista, sino justamente por rechazo a lo que el progresismo le ofreció a nuestro pueblo estos últimos años.
Por esto estoy convencido de que el camino no solo para evitar un triunfo de la extrema derecha en octubre, si no también para poder acumular las fuerzas necesarias para volver a imponer un proyecto nacional en nuestro país, es ir construyendo desde las bases (porque claramente el problema que estamos teniendo es un problema de no-conducción política o de conducción sin rumbo por parte de las dirigencias) un Programa Nacional que exprese las necesidades urgentes de nuestro pueblo y una estrategia para el desarrollo soberano de nuestra nación. Tenemos material para empezar a esbozarlo: El Programa del 1° de Mayo de la CGT de los Argentinos, el Plan de Desarrollo Humano Integral presentado por el FPG, las Propuestas Programáticas del Partido Comunista y el Plan Económico Peronista de Principios y Valores. Logrando una síntesis de estas propuestas podemos elaborar un programa mínimo para tener algo que proponerles a nuestros vecinos, porque si volvemos a salir con las manos vacías de contenido nos vamos a volver a encontrar con el justo rechazo de nuestro pueblo. Porque además la política se trata de eso, de tratar de imponer un proyecto, si nosotros seguimos pensando que la política se trata de ganar elecciones, el mercado y el imperialismo se van a encargar de hacer política en serio en nuestro lugar, mientras nosotros seguimos enfocados en la chiquita de disputar cajas contra otras fuerzas compañeras militando la demostración de fuerzas entre compañeros en vez de enfocarnos en la lucha contra el enemigo por imponer nuestro proyecto, mientras evitamos que ellos impongan el suyo. Los tiempos que corren nos pone en el deber histórico ponernos a la altura, porque si no lo logramos la consecuencias serán terribles aunque logremos ganar esta elección de alguna otra manera. Porque sin un proyecto político propio el que se va a imponer va a ser el proyecto de Massa, del mercado y del imperialismo a través del FMI.
Hago un llamado a cualquier compañero o camarada que lea estas líneas a discutir en su organización la necesidad de abrir caminos con otras fuerzas para ponernos de acuerdo al menos en 5 puntos programáticos para salir antes de la campaña. Hay que empezar a exigirlo desde las bases. No podemos seguir esperando las direcciones de la dirigencia que no nos dirigen a ninguna parte, o nos dirigen directamente al fracaso. Hay que reorganizarse para los tiempos que corren, y solo podemos hacerlo si tenemos un rumbo más allá de ganar una elección, y ese rumbo es para nosotros, las fuerzas populares que representamos a la clase trabajadora de nuestro país, un Proyecto Nacional que vuelva a darle esperanzas en la política a nuestro pueblo, que vuelva a convencerlo de que la política es la herramienta para transformar la realidad, para desarrollar nuestro país y para defenderlo de los peligros extranjeros del imperialismo.