Hace 49 años, en la Ciudad de Buenos Aires, Rodolfo Ortega Peña, abogado de organizaciones sociales, defensor de presos políticos, historiador revisionista, docente universitario y diputado nacional, fue asesinado por miembros de la Triple A.

  • por Sagasti.

A mediados del año 1971, junto a un nutrido grupo de abogados y abogadas, fundaron la Gremial de Abogados, entidad que tuvo por objetivo asumir la asistencia legal de presos políticos y militantes populares. En 1973 ocupó una banca en la Cámara de Diputados integrando la lista del FreJuLi y adoptó una posición solidaria hacia las luchas de la clase obrera. En ese sentido, participó de las asambleas de los trabajadores de Bagley, de Insud, de Colgate y de cientos de conflictos laborales en todo el país.

Tras la renuncia de Héctor Cámpora y la llegada de Juan Domingo Perón al poder, surgió la aparición de la banda fascista y delincuencial de la AAA que tuvo como objetivo a Rodolfo Ortega Peña quien no dudo en denunciar el accionar mafioso y la complicidad estatal desde las más altas esferas del gobierno peronista que perseguía a luchadores sociales vinculados al peronismo revolucionario y al resto de las fuerzas de la izquierda marxista.

El 31 de julio de 1974, fue emboscado por los sicarios de la AAA en clara complicidad con la Policía Federal que liberó la zona durante minutos previos. El día de su asesinato, su entorno más cercano le había recomendado que redujera su exposición pública y reforzara su seguridad, a lo que Ortega Peña respondió: “la muerte no duele”.

Ortega Peña es la expresión del intelectual comprometido con su tiempo, el pensamiento crítico y la lucha en defensa de las trabajadoras y los trabajadores. Se formó en la izquierda marxista, con un pasado en la militancia de La Fede y luego adhirió al peronismo revolucionario como tantos militantes desde John William Cooke, Hernández Arregui entre tantísimos otros. Ortega Peña intentó como muchos de su generación encontrar la mixtura perfecta entre el peronismo, el partido que la clase trabajadora seguía mayoritariamente y la formación marxista que ellos traían consigo para hacer la revolución socialista desde el peronismo.

Más allá de los juicios de valor que se puedan hacer hoy de dicha estrategia política, queda claro que Ortega Peña ofreció su pellejo para demostrar sus verdades. A 49 años de su cobarde asesinato, lo recordamos por su entrega y compromiso en defensa de la causa del Pueblo y como solía decir: ¡Sólo el pueblo salvará al pueblo!

Hasta la victoria siempre, compañero.

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