Cómo la pobreza y la invisibilización de las víctimas perpetúan la desigualdad en nuestra sociedad

La desigualdad económica es una de las mayores preocupaciones de la sociedad actual, especialmente en Argentina, donde la brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande. A pesar de que seamos una sociedad llena de ricos, ¿por qué la miseria nos rodea?
No podemos negar que la falta de recursos es una condición determinante en la relación de desigualdad. La pobreza es una situación que se presenta en muchos países, en diferentes grados. Los factores que contribuyen a la pobreza son variados, y en general, se pueden relacionar con la falta de acceso a recursos y oportunidades.
Sin embargo, no es simplemente una cuestión de falta de recursos, sino que también es una cuestión de exclusión social y de invisibilización de las víctimas.
La exclusión social
Los pobres no solo carecen de recursos, sino que también están marginados y a menudo son discriminados. La exclusión social se puede manifestar de muchas maneras, desde la falta de acceso a la educación y la atención médica hasta la estigmatización y la discriminación en el mercado laboral. ¿Cómo consigue trabajo alguien que vive en la calle sin ser cartonero, vendiendo droga o, en el caso de las mujeres, prostituyéndose?
Por otra parte, la invisibilización de las víctimas es una forma de ejercer la impunidad. Las personas que viven en la pobreza suelen ser ignoradas y pasadas por alto por las instituciones y la sociedad en general. Cuando las víctimas no son reconocidas, se les niega la posibilidad de obtener ayuda y se perpetúa su situación de vulnerabilidad.
La responsabilidad colectiva en la lucha contra la pobreza
La exclusión y la invisibilización son formas de ejercer la impunidad, y es necesario comprender esto para poder transformar la situación. Es fundamental tener una noción de semejante que sea abarcativa, y reconocer que la tarea de asistir a aquellos que están en situaciones precarias no es simplemente un acto de caridad, sino una responsabilidad colectiva.
La infamia de tener que asistir a seres humanos que están reducidos a su biosupervivencia se agrava cuando se confía en que esto es un acto de caridad y no una responsabilidad colectiva. La asistencia a aquellos en situaciones precarias debe ser vista como una tarea del Estado y de la sociedad en general, y no como un acto de caridad o una forma de sentirse mejor consigo mismo.
El Estado tiene una responsabilidad crucial en la lucha contra la pobreza y la exclusión social. Es su deber garantizar que todas las personas tengan acceso a los recursos y las oportunidades que necesitan para vivir con dignidad. Esto incluye el acceso a la educación, la atención médica, la vivienda y el empleo.
Sin embargo, esta responsabilidad no puede recaer únicamente en el Estado. La sociedad civil, las empresas y los ciudadanos también deben asumir su parte en la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Es importante que se militen valores como la empatía, la solidaridad y el compromiso social, que nos permitan comprender la importancia de trabajar juntos para enfrentar los desafíos que se presentan.
Es fundamental que se aborden las causas profundas de la pobreza y la desigualdad. Esto implica cuestionar y transformar las estructuras económicas y sociales que generan estas situaciones. Debemos exigir una distribución más justa de la riqueza, que permita una vida digna para todas las personas. También es necesario trabajar en la eliminación de la discriminación y la exclusión social, que limitan las oportunidades de las personas más vulnerables.
La lucha contra la pobreza y la desigualdad no es tarea fácil, pero es esencial si queremos construir una sociedad equitativa. Debemos comprometernos a trabajar juntos para construir una sociedad en la que todas las personas tengan las mismas oportunidades y puedan desarrollar todo su potencial. Es hora de actuar, de dejar de lado la indiferencia y la apatía y de trabajar juntos por un futuro mejor para todos.
INSPIRACIÓN: CAFÉ KYOTO